27 de enero de 2011

Enero.Frío.Todo Madrid cubierto de blanco.Una mancha negra camina impasible por la calle de Recoletos, con calma, dejando hundir sus pies en la nieve.Con las mejillas sonrojadas por culpa de los 3º bajo cero que hace en la capital.Con una sonrisa confundida entre los copos de hielo que caen sobre su piel y su pelo.Sigue caminando, con lentitud, pero firmeza.Como alguien que sigue el camino de la ilusión esperando a que ella haga algo por su alma.Llega a la puerta del café Gijon.Sú café.Un lugar donde esconderse.Entra y se dirige hacia la barra de aquel famoso bar.
-Un cortado, por favor.- susurra, mientras se  sienta en aquella mesa que tiene su nombre escrito sobre la madera de nogal.
Se sienta en la silla que está junto a la ventana, y con aires de supervivencia, mira la nieve caer, se sumerge en las personas que caminan por allí, y se pregunta, quien ha creado el mundo, quien inventó la felicidad, o quien se encarga de repartir el amor.Preguntas que nadie le ha sabido contestar jamás.
El camarero se acerca con su café, y le deja un plato con una napolitana de chocolate.
Ella sonrie, y le mira con dulzura.El hombre de mediana edad, que ya la conoce demasiado bien, le susurra:
-Es un regalo de la casa, que hoy te veo demasiado tristona.
Ella vuelve a sonreír, y se toma su café y su napolitana, sumergiendose en las historias que cuentan las calles de Madrid.Recordando aquellos recuerdos por las tardes, dando tumbos que quedan por las calles de Madrid.


Que bien se siente una en los bares de Madrid.

4 comentarios:

  1. pero que hermoso escribes, me encanto como describiste madrid :) pensar que alla hace frio y aca calor 77 como me encantaria estar alla

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  2. Que gusto pasear por Madrid...y sus cafes y gente como ese camarero :)

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  3. como para no perderte en ellos...

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