-Un cortado, por favor.- susurra, mientras se sienta en aquella mesa que tiene su nombre escrito sobre la madera de nogal.
Se sienta en la silla que está junto a la ventana, y con aires de supervivencia, mira la nieve caer, se sumerge en las personas que caminan por allí, y se pregunta, quien ha creado el mundo, quien inventó la felicidad, o quien se encarga de repartir el amor.Preguntas que nadie le ha sabido contestar jamás.
El camarero se acerca con su café, y le deja un plato con una napolitana de chocolate.
Ella sonrie, y le mira con dulzura.El hombre de mediana edad, que ya la conoce demasiado bien, le susurra:
-Es un regalo de la casa, que hoy te veo demasiado tristona.
Ella vuelve a sonreír, y se toma su café y su napolitana, sumergiendose en las historias que cuentan las calles de Madrid.Recordando aquellos recuerdos por las tardes, dando tumbos que quedan por las calles de Madrid.
Que bien se siente una en los bares de Madrid.
Siii *-* debe ser hermoso >.<
ResponderEliminarpero que hermoso escribes, me encanto como describiste madrid :) pensar que alla hace frio y aca calor 77 como me encantaria estar alla
ResponderEliminarQue gusto pasear por Madrid...y sus cafes y gente como ese camarero :)
ResponderEliminarcomo para no perderte en ellos...
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