Recuerdo que hace un par de años decidí dejar de comer.Sin razón aparente.Simplemente mi cuerpo estaba demasiado ocupado en intentar soportar el dolor, e intentar respirar de una manera constante para no morir.Supongo que por ello mi cuerpo, no podía soportar otro trabajo más como era el de masticar.
Deje de comer durante meses.Me despertaba cada día como anestesiada.Con una sonrisa dibujada que desaparecía de mi cara con la misma facilidad con la que la lluvia decide caer en contacto con el suelo.El frío se había convertido en mi mejor amigo, daba igual que llevase tres camisetas, dos sudaderas, una manta y la calefacción de la casa estuviese a 35º. Seguía teniendo frío.Poco a poco el frío no me importaba, quizá era la única sensación que me gustaba.
El día parecía pasar con una velocidad pasmosa.Sólo recuerdo que algunas veces sentía furia, rencor pero en el 99% de las horas del día me sentía triste.Como un cuerpo sin alma.Exactamente igual.Me encantaba estar sola.
Incluso daba un rodeo antes de ir a clase, para evitar encontrarme con algún amigo.No queria estar con nadie, que nadie me abarrotase a preguntas. Quería llorar sola.No tenia ningun tipo de fuerza en las manos.Ni en el corazón.Mi vida ya no tenía motor.Era una carga que se movía gracias a la fuerza de rozamiento.
Pero me sentía tan bien conmigo mismo.Me miraba en el espejo, y ya no sentía tanto asco.Ahora los chicos incluso se dignaban a mirarme.
Cuándo llegaba a casa me sentía en un refugio placentero.Mis padres me ignoraban, quizá porque se daban cuenta que era lo único que necesitaba.Ser ignorada.Encerrarme entre cuatro paredes y pasar sola el resto de las horas del día.Me limitaba a encerrarme con un par de libros abiertos, a ponerme una música triste, deprimente, de esas que te taladran el cerebro, y a borrar las letras impresas en los libros con mis lagrimas.
Me sentía fuerte.Tenia el control de mi vida.Controlaba todo lo que me rodeaba, tenía un calculo increíble.Incluso las matemáticas y la física me iban bien.Controlaba las calorias que ingeria, sabía que iba a preguntarme la gente.Tenía el poder.Y esa sensación es terriblemente peligrosa.
La anestesia de mi vida, se volvía totalmente una vida entre algodones, cuando además de la anestesia que proporcionaba mi subconsciente, ayudaba una botella de Vozka negro.
Así pasaba mi vida.Sufriendo en silencio. Haciéndome la fuerte, controlando el 99% del entorno de mi vida.
Ese 1% por ciento, era lo que realmente me torturaba.Me daba tanta rabia, ver mis pantalones reducidos a una talla 32, ver mi pelo perfecto y una cara de muñeca de porcelana, que no podía competir con una tipa de un metro ochenta, de piernas tridimensionales y de una cara, realmente repugnante.
Me sentía inútil.No podía conseguir nada, por mucho que perdiese kilos, nada podia cambiarlo.Yo sólo era un pasatiempo más.Por culpa de esa tipa, y de un desgraciado, acabé de esta manera.
Es triste pensar que ese periodo de mi vida, fue el más feliz.Y que ahora sigo buscando caer en él de nuevo.Porque esto forma parte de mí, aunque intentes salir.Jamás lo consigues.
Anónimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario