18 de septiembre de 2010

Todo el mundo muerde la gran manzana, por segunda vez.

Todos los viajes en general son excitantes, supongo que si no lo fueran no se llamarían así. La palabra viaje esconde muchos significados; turismo, negocios, cambio de aires, reflexión, relajación, abstracción del mundo real, silencio…
También hay muchas formas de viajar; quizá un tren, unas horas en coche, un vuelo, un barco…


Mi viaje en concreto es un vuelo. Un vuelo sin billete de vuelta hacia la ciudad de Nueva York. Supongo que la culpa de este viaje, la tienen los negocios con el presidente del New York Times y el destino…pero la única culpable de no tener billete de vuelta a España, soy yo, y la excéntrica personalidad que me caracteriza.

* * *

De una forma sugerente, la soledad del viaje, la tranquilidad del avión, y el abrazo de la noche en lo alto, me invitaron a cerrar los ojos, sintiendo como poco a poco el ruido del motor, iba desapareciendo lentamente de mi campo auditivo. A pesar de que mi cabeza, y mi cuerpo en general , se negaban a escuchar cualquier conversación ajena, o simplemente a pensar en cualquier cosa… de una forma estridente y poco cortes mi cabeza, recordó inconscientemente que a pesar de haber salido del aeropuerto de Barajas el día 10 de Julio a las 12:00 de la noche, llegaría allí al aeropuerto  de  Manhattan KS situado a tres kilómetros del Oeste de Manhattan a las 06:00 am del día 11 de Julio.
Si, día 11 de Julio….en Nueva York. Un día demasiado importante para mí en lo que concierne al  pasado.

La luz que el sol de Nueva York proporcionaba en las ovaladas ventanas del avión, junto al pequeño bache que sufrió al posarse de forma delicada pero no desapercibida sobre la pista de aterrizaje, hizo que me despertase, de una forma confundida, y poco agradable, debido a los numerosos recuerdos que  inconscientemente se habían agolpado sobre mi cabeza y mi memoria durante ocho inagotables horas de vuelo.

Con lágrimas en los ojos, una carpeta azul y un sentimiento de armonía, di mi primer paso sobre aquella increíble, e inagotable ciudad: Nueva York.
La ciudad que recoge bajo su abrazo, esa Isla mágica, Manhattan, un lugar donde conviven distintas razas e ideologías, un lugar, en el que la altura de los edificios, supera con creces la moral de la gente. Un lugar donde van y vienen sueños, y quizás algunos como el mío, permanecen intactos frente al paso del tiempo.



Según muchas leyendas urbanas, si tiras una moneda de espaldas a la Fontana de Trevi, mientras cierras los ojos y sueñas con tu deseo, este se cumple, y por partida doble, ya que sientes unas irremediables ganas de volver a esa ciudad; Roma.
Pero sinceramente, yo no creo en las leyendas urbanas. Únicamente creo en el poder de transformarlas y en la fuerza que el destino ejerce sobre nuestras insignificantes y pequeñas vidas.
Desconozco que la leyenda de Roma sea cierta… sólo sé, que hace cinco años atrás cuando pise por primera vez Nueva York un 11 de Julio, como una niña pequeña que quiere regresara Disney Land Paris una vez que lo visita, deseé volver a pisar aquella ciudad. Así que pensé, que si la leyenda funcionaba en Roma…¿ por qué no iba a funcionar en la ciudad de los sueños? Así que deslice de una forma sutil mi mano, hasta el bolsillo del pantalón, cogí una moneda de 25 centavos, y sin pensarlo dos veces, la lancé al abismo del rio Hudson bajo la atenta mirada de la Estatua de la Libertad.
Y hoy, cinco años después, el mismo día, con un poco de diferencia, quizás unas cuantas horas de diferencia respecto a aquel día, tal vez, con un poco más de madurez sobre mis hombros, pero con el mismo sueño por cumplir por segunda vez, pero esta vez para siempre… y con el recuerdo de ese 11 de Julio en mi cabeza durante cinco incansables años junto a la duda, de saber si aquello fue un sueño , o una imaginación que la ciudad de Nueva York decidió crear en mi vida, aquí estoy, en la Isla de Manhattan, a las 06:30 am.
A estas horas, la ciudad de Nueva York es una ciudad dormida, en la que sólo hay lugar, para taxistas que intentan buscarse la vida durante las 24 horas del día, y algún que otro hombre, que ha encontrado el analgésico para sus dolores de corazón en una botella de Whisky vieja…aunque también hay lugar para gente como yo, gente solitaria, que adora caminar por la ciudad de Nueva York, observando como duerme, y también como despierta.
Desde la ventanilla de aquel taxi amarillo numero 010, un tópico de aquella ciudad, observé por primera vez en cinco años aquella ciudad dormida. Las grandes avenidas a media luz, alumbradas por unas tenues farolas situadas a los laterales del asfalto, esas personas que caminan sobre ellas y que conseguían que la ciudad de Nueva York sea lo que hoy podemos ver, observando los numerosos sueños que los tubos de escape de los taxis y de los coches, desprenden en forma de humo.
Un impulso decidió por mi, sentí unas irremediables ganas de caminar sola, sobre esa ciudad recién levantada…lo que me hizo abandonar aquel taxi en mitad de la calle 57.                                                                         
                            .
Mi cabeza cambia de opinión, como el cielo cambia de color , de un azul esplendido acompañado con el sol,  a un gris oscuro con nubes negras…decido tomar un buen café para conseguir despertarme. ¿Qué mejor lugar que el Hard Rock para tomar un café? Un café solo,con un par de cigarrillos, junto a una buena música, consiguen hacerte ver las cosas de diferente manera.Pero estaba equivocada, si pretendía esconderme de mi pasado y de mis recuerdos.Bon Jovi y los Guns nd’Roses , se encargaron de recordarme durante dos horas su sonrisa, su calor, su pelo, sus labios… Debo de ser un poco autodestructiva conmigo misma, porque no abandoné aquel sitio, hasta que aquel disco de recopilatorios terminó.

El reloj de un edificio demasiado alto , anunció que eran las 09:30 am.
-¡Buenos días Nueva York!- susurré .

Recorro inconscientemente las grandes avenidas que se han dejado caer por Manhattan durante centenares de años ; Central Park, las calles 77 y 81,  el cruce de la Séptima Avenida con las calles 43 y 44…                                                                                  
Respirando ese aire oscuro y contaminado que a estas horas, comienzan a desprender numerosos coches que se deslizan por la Quinta Avenida junto a la Calle cuarenta y dos, escapando de algo o simplemente buscando la felicidad dentro de ese atasco. Observando atentamente la inmensa altura de los rascacielos que llegan a rozar con la yema de los dedos sus sueños. Feliz, por ver una vez mas mi sonrisa iluminada, gracias a la luz que ofrecen los carteles que rodean la Gran Manzana.
Pero algo ha cambiado en esta ciudad, ya no siento la misma felicidad cuando mis pies cansados se deslizan por el asfalto, mi estomago ya no siente una fuerte punzada cuando observo desde la calle, el hueco tan grande y tan vacio que dejaron las Torres Gemelas ,  tanto en el espacio arquitectónico de la ciudad, como en los corazones de todos y cada uno de los americanos.
Esta vez, mi visión de Nueva York ha cambiado por completo, y la respuesta, sólo la conocemos ; él, yo y nuestro cómplice, la ciudad de Nueva York un día  lluvioso y gris del mes de Julio.
***


Es cierto que Nueva York es la ciudad de los sueños, la ciudad donde se han rodado cientos de películas, la ciudad en la que conviven super-heroes,cantantes,chicas guapas,bandidos,modelos,una ciudad, la cual pensaba que estaba demasiado ocupada, en cumplir los sueños de los demás.Pero una vez más,estaba equivocada, un día de Julio dejo de estar ocupada, para cumplir mis sueños.

***

Era uno de esos días en el que el viento quiere tomar la palabra junto a la lluvia y la oscuridad arrebatándosela así, al sol, y al buen tiempo.
La ciudad de Nueva York respetó durante las dos primeras horas del día a un grupo de turistas, que pretendían soñar durante unas horas , de los numerosos caprichos, que aquella ciudad podía ofrecerles.
La primera vez que vi, esa ciudad, fue desde el cristal del autobús, mientras mis ojos, se salían de las orbitas, por haber cumplido un sueño, mi mandíbula estaba cansada de sonreír, y mientras mi espalda, sentía el calor de su barbilla y su respiración sobre ella.
El instante en el que pisé aquel lugar, por primera vez, caí rendida en su suelo, observando desde allí abajo las interminables alturas de sus edificios, la belleza de sus calles, y las increíbles señales que anunciaban aquellas calles que sólo había podido observar en las películas, y en los libros. No pude evitar  besar el suelo de Nueva York.
Sentía tantas cosas, inexplicables de decir, tan inútil y tan melancólica frente  a las obras del World Trade Center, donde hacía unos años, una parte de América, había muerto , a manos de unos terroristas locos, que querían suicidar sus vidas.
Mi cuerpo y mi mente, en ese momento, parecían un nuevo experimento de  un científico loco, que no podía controlar aquella reacción química que se le iba rápidamente de las manos.

Mientras, caminábamos sobre las calles de Manhattan, su mano se deslizo por mi cintura, hasta llegar al otro lado, y me empujó firmemente hacia él, quedando frente a frente, mirándole a los ojos, esos ojos tan oscuros, que tanto me gustaban, su sonrisa conseguia enloquecerm, y sus dientes perfectos, conseguían hacerme sonreír. Permanecimos parados en mitad de la avenida  abrazados mirándonos detenidamente, hasta que el susurro:
-Dame un beso.
-No.-contesté,mientras riendo me apoyaba sobre su hombro.
-Por favor, solo uno-susurro.
Sujeto con su mano derecha mi barbilla, y me miro a los ojos, mientras se acercaba a mis labios, lenta y delicadamente.
No pude mantener la negación anterior, y sin darme cuenta, sus labios besaron los míos, y mi mano, quedo enredada en su pelo, bajo la mirada de cientos de personas que nos miraban , sorprendidos, envidiosos, y otros muchos sonrientes por ver a una pareja feliz, incluso otros, murmuraban, sobre nosotros, pensando que éramos unos exhibicionistas.
Eso, era lo mejor de todo.Que era un espectáculo.
Fundidos, en nuestro primer beso bajo el oscuro cielo de Nueva York, nos olvidamos por completo de que nos estábamos mojando debido a la lluvia torrencial, que estaba cayendo sobre nosotros.Una lluvia, como la que sale en las películas, aquella que te empapa la ropa, hasta que sientes que forma parte de ti, la misma que te riza el pelo, y te moja la piel, esa que encharca los pasos de cebra, y la misma que hace correr a las personas, para poner a salvo su cabeza y la parte de su cuerpo que todavía sigue seca.La misma que nos envolvió durante ese beso, y que cubrió nuestra sonrisa.

Intentando escapar de la realidad, todavía aturdida por aquel beso me deje caer por              
la calle 57 , mientras las gotas de lluvia me mojaban la cara. Nunca me había gustado la lluvia, siempre me ha cambiado el humor, me ha robado la sonrisa y me ha regalado un humor de perros.Pero esa lluvia, era diferente, sabia bien…
Sentía unas ganas imparables, de parar el trafico de Nueva York, plantarme en mitad de la carretera para gritar por primera vez bajo la lluvia:
-¡Soy Feliz!
Porque sinceramente, por primera vez, era feliz.
Nunca había tenido suerte en esto del amor, siempre he estado rodeada de relaciones poco duraderas, de un par de días quizá, de traición , y de superficiales que buscaban en mi , algo que encontraban en otras.Pero esta vez era diferente.La lluvia conseguía que me rindiese antes sus encantos, era la primera persona y la única, que conseguia hacerme sonreír en un día gris.La única.

El resto de los edificios que vestían las interminables avenidas de aquella ciudad, observaban con admiración como las gotas de lluvia, cubrían nuestros abrazos, empapaban nuestras miradas, nuestros sususrros,nuestras sonrisas, y quizas algun te quiero, que se escapaba con el viento, y junto a los sueños de innumerables Neoyorquinos.

Element, Independent, Forever 21, Foot Locker, Billabong… cientos de tiendas, convertían a la quinta avenida, en una de las calles mas transitadas del mundo.
Todos los turistas paran allí, durante horas y horas , para poder volver a su casa diciendo:
-Esto es de Nueva York.
Una frase muy típica, en todos aquellos que adoran viajar.

Le perdí de vista durante unas horas, estaba demasiado pendiente observando los deslumbrantes focos que alumbraban aquellos escaparates. Aquellos que sufrian los cambios estacionales cuatro veces al año, los mismos que han tenido que soportar a parejas enamoradas, o a parejas en los que el amor ya no tenia lugar.
Después de inagotables , e incansables minutos, paseando por las tiendas de la quinta avenida, sintiéndote, como en una película recién estrenada en Hollywood…al final de la tienda, junto a la puerta de salida, de pié, a la derecha de las escaleras mecánicas, estaba él.Mas guapo que  nunca, con su camiseta negra, empapada y pegada a su cuerpo, con los rizos de su pelo, desechos debido al peso de la lluvia, sus pestañas goteando, y sus labios saboreando las gotas de lluvia, que caían sobre sus mejillas…increíble.
Repentinamente, salí corriendo hacia el, arrasando con numerosos armarios, llenos de ropa, que cayeron al suelo, tras de mi.El,se quedó sorprendido, nunca había sido tan cariñosa.Lo empuje hacia la salida, y solo cuando  estuvimos de nuevo envueltos bajo la lluvia ahora de forma mas torrencial, lo bese, lo abrace, rodee su cuello con mis brazos mientras él, sonreía por ese ataque repentino.
Me hubiese gustado que en ese instante, alguien , nos hubiese echo una foto, ahora por lo menos, tendría algo mas que un mero recuerdo.

Seguimos avanzando por Manhattan, con sus brazos rodeando mi cintura, sus labios en mi cuello.Una forma muy complicada para andar, pero que en ese momento, me pareció la mas sencilla, extrovertida, romántica, divertida , excitante y simple del mundo.
Caminamos sobre el suelo mojado sin rumbo, durante muchas horas, haciendo las paradas pertinentes y obligatorias en algún que otro Starbucks , en la tienda de la NBA donde parece que la ciudad de Nueva York, esta echa para gente que pasa del 1.80 de estatura, y no para mi.Abercrombie, donde merece la pena entrar simplemente por el perfume que desprende su ropa, y donde mas de una adolescente, ha dejado en quiebra la tarjeta de crédito de sus padres junto a la compañía de modelos demasiado perfectos para la raza humana.


Cuando creí que el sueño había terminado allí, justo en el instante en el que parecía que nada mas podía mejorar aquel dio, dejando de lado el sol, claro está, aunque increíblemente, en ese día la lluvia poco me importaba…en ese momento, a lo lejos, oculta bajo una nube gris, apareció la Estatua de la Libertad, sobre el río Hudson.
Si , el monumento que destaca sobre todos los rascacielos, en Nueva York, la imagen que aparece en todas las postales , la estatua que hasta un hombre de la calle , que no ha abierto un libro en su vida, conoce…

Desde la orilla del puerto, apoyada sobre un barrote de madera, observe boquiabierta aquel gran monumento. Caí enamorada de ella, como una niña pequeña que se enamora de su primera muñeca, la cual no quiere estrenar…Mientras observaba la Estatua de la Libertad a lo lejos, junto a los primeros rayos de sol que aparecían en todo el día, él , se acerco lentamente hacia mi, coloco su mano derecha sobre mi cintura, mientras apoyaba la mano izquierda sobre la mía.
Instintivamente, cerré los ojos, y suspiré…Entoncés,él apoyo su cabeza sobre la mía , y susurro:
-Es preciosa.
En ese momento en el que, la brisa del puerto, el aire contaminado de aquella ciudad, su olor, su piel junto a la mía, y su aliento en mi oído supe que estaba perdida.Perdidamente enamorada de un chico, que había conocido hacia quince días, y que había devuelto la sonrisa a mi cara, un chico que me había cambiado la vida, que consiguió cambiar mi pasado con solo rozar sus labios.
Bajo la atenta mirada de la Estatua de la Libertado, y de turistas y otros muchos ciudadanos…él me rodeo con sus brazos, y me empujo hacia su cuerpo, sonrió durante un segundo y después…Después, terminamos fundidos en un gran beso.Mientras mi mano escapaba del bolsillo del pantalón, con una moneda de 25 centavos que lancé al abismo del rio Hudson.
Porque la gente suele decir, que en la vida no se puede tener todo, pero aquel día, para mi, ese mito quedo roto.

***

Esa es mi historia, bueno la de Nueva York y la mía,la razón de que lleve caminando por Manhattan todo el día, para recordar lo que viví con el y recordar aquel deseo que pedí arrojando la moneda de 25 centavos al rió…
El que ese historia no acabase nunca, o simplemente, el volver a verlo otra vez.
Supongo que por eso no tengo billete de vuelta a España, la probabilidad de que el destino nos vuelva a cruzar es nula, pero por lo menos, aquí , en esta ciudad, bajo este cielo, podre vivir con su recuerdo para siempre.

***

Una noche Neoyorquina, una noche cubierta de luces de neón, una noche en lo alto del Rockefeller Center.
Ese edificio, es el mejor lugar de todo Nueva York para escapar. Escapar del recuerdo y para poder pensar.
La soledad, junto al ruido del trafico a lo lejos, y una vista panorámica de Nueva York, consigue hacer que veas las cosas mas claras, a pesar de la oscuridad del cielo, y de las pocas estrellas que intentan alumbrarte.
Pero este no es el día, en el que veo las cosas más claras.Hoy no.
Consigo encenderme un cigarrillo, un Ducados Mentolado exactamente.Mientras me lo fumo, los últimos turistas que quedaban en la azotea, deciden abandonar el lugar…
Por fin sola. Ahora puedo saborear con tranquilidad las primeras caladas de mi cigarrillo. Intento hacerme la dura, pero al mirar aquella ciudad, de noche iluminada de estrellas, no pude evitar llorar desconsoladamente, mientras un grito ahogado , sale de mi garganta preguntándome porque…

En ese preciso momento, una calida mano, se poso sobre mi hombro, mientras una conocida voz, susurro:
-Ducados mentolado. Te dije que no me gustaba que fumases.
Como por arte de magia, mis lagrimas dejaron de ser derramadas, mi garganta dejo de gritar, pero todo mi cuerpo comenzó a temblar, imparablemente.
Al girarme, lo vi allí delante.
-Tú.-susurré.
-Si, yo.-sonrio.-Otra vez.

Permanecí inmóvil durante unos segundos. Sin duda era el, esa mirada, y esa sonrisa eran inconfundibles. Sin quererlo, la fuerza de la gravedad, provoco que nos fuésemos acercando poco a poco. Su mano, se poso sobre mi cara, para secar mis lagrimas, mientras susurraba:
-Tranquila, estoy aquí.
Tras esas palabras, nuestros labios se encontraron tras cinco años de espera, y mis dedos volvieron a enredarse en su pelo un 11 de Julio.

Porque en Nueva York, todo es posible. Sólo hace falta creer en la fuerza del destino, y en el poder de nuestros sueños.



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