Cogió sus cosas y marchó. Normalmente, cuando decimos “sus cosas” damos por entendido que hablamos de sus pertinencias. Ella no. Ella no cogió sus pertinencias, simplemente cogió su bola del mundo y un pequeño frasco de cristal. Olvidó las llaves, olvidó toda su ropa, olvidó todo lo demás... lo único que no olvidó fueron los recuerdos.
Que a fin de cuentas es lo importante. Podemos vivir sin ropa, sin cama, sin sofá y sin televisión (aunque sea complicado) pero ¿qué sería de nosotros sin saber quiénes somos y qué nos ha convertido en eso? Estaríamos sumidos en una nada bastante oscura. La prueba, el alzhéimer.
ResponderEliminarLarga vida a los recuerdos.