23 de enero de 2011

León

Tirados en la cama de nuestro apartamento.Enredados entre sábanas blancas,escondidos del mundo,esperando a que los rayos del sol entren por la persiana medio bajada del fondo de la habitación.Y entra.Alumbra todo tu cuerpo.Tus rizos quedan a la merced del sol, un perfecto desorden, mi variable enloquecida.Miro tu cara, relajada, como la de un niño pequeño, duermes, y tu respiración es constante, me encanta verte respirar, ver como tu cuerpo sube y baja lentamente, como si se tratase de un barco en mitad del océano, en calma, tranquilo.
Tu espalda está destapada, me acerco a ella, la adoro.Es la parte que mas me gusta de tu cuerpo, con ese hueco en mitad de ella, como una carretera, la carretera de nuestra historia.Pongo mi dedo sobre ella, y comienzo a recorrerla tranquila, calmada sin prisa.De pronto te despiertas.
-¡Ay! Tienes los dedos fríos.-Dices con un ojo abierto.
Yo sonrío.Y te beso la espalda.
-¿Por qué llevas media hora mirándome?.-preguntas.
-Me estaba preguntando, quien fue el que hizo semejante perfección, es para ponerle una estatua o el nombre a una calle.-te digo.
Tu te ríes a carcajadas, y yo sonrío.Te levantas como un loco, me abrazas, me besas, me tapas con la sábana, y quedamos allí encerrados, en nuestro pequeño mundo.Jugando como dos niños pequeños.Tu haciéndome cosquillas, y yo intentado resistirme.Pero no puedo evitarlo, me dejo ir, me pierdo en tus besos, y en tus caricias, en tu paz, en ti, león.
-Te quiero.-susurras.
-¿Sábes? Quiero aprender a volar.-digo.
-¿No puedes contestarme con un yo también? Mira que eres complicada.
-Cierto, pero si no fuese complicada, no estaríamos juntos.
-En eso tienes razón.¿Quieres volar? Yo te enseño.¿Quieres la luna? Yo la bajo.¿Quieres una estrella? Yo te compro una.
-Quiero estar enamorada, de una persona que me quiera más que a su propia vida.
-Entonces besame y quiereme que tranquila, yo te enseñaré a volar.

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