13 de diciembre de 2010

Que todos los días miro al cielo cuando es de noche.
Mientras sostengo en mi regazo el teléfono, y la esperanza se convierte en esa llamada que nunca llega.
Esperando a que las estrellas se pongan de acuerdo en organizar un caminito de luces paralelas que me indiquen el camino hacia la felicidad, que me lleven hacia algún 
País de nunca jamás, o algo por el estilo.
Podemos intentar fingir que los aviones que surcan el cielo son como estrellas fugaces, encargadas de cumplir nuestros deseos.Porque sinceramente, me vendría bien un deseo a estas alturas


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