Los carteles luminosos que acompañaban de modo incansable a los numerosos teatros que se han dejado caer a lo largo de la Gran Vía durante inagotables años, alumbraban de una forma especial aquel paso ligero y acompasado que todos y cada uno de sus visitantes llevaban sobre el oscuro asfalto de la calle, un paso, que se compenetraba a la perfección con la imagen que el sol ofrecía al reflejarse en los escaparates de las tiendas. Esos mismos que sufrían los cambios estacionales cuatro veces al año, los mismos que han tenido que soportar a parejas enamoradas, o parejas en los que el amor ya no tenia lugar…
Demasiadas veces olvidamos los pequeños detalles de la vida, preferimos no darnos cuenta de ellos, dejarlos de lado, para intentar encontrar a esa pregunta que nos atormenta una gran respuesta que nos llame la atención. En vez de tomar el camino fácil, nos complicamos demasiado la vida. Es el gran error que cometemos todos y cada uno de los humanos.
El transporte subterráneo que conoce a la perfección el interior de la ciudad de Madrid, decide parar durante unos segundos, mientras esa voz, un tópico del subterráneo, anuncia a través de unos grandes altavoces: Callao.
Las transparentes puertas se abren instantáneamente dejando ver a los distintos tipos de personas que puede llegar a existir en el mundo: Una mujer de unos cincuenta años que sostiene bajo el brazo derecho una revista, un hombre mayor con sombrero , bastón y una pipa de fumar sobre los labios, otra mujer mas joven con un niño de cinco años de la mano, y otro de apenas meses entre sus brazos, un grupo de jóvenes , una pareja que se quiere, un hombre con maleta, dos ejecutivos, un hombre con aspecto interesante, una pareja que discute… y ella.Ella, que destaca por encima de todos; su sonrisa es llamativa, sus ojos son de un marrón intenso que muestran el inagotable deseo de soñar, sus piernas se sujetan firmes al suelo, su melena suelta y alborotada presenta un ápice de libertad, y su forma de vestir, una americana negra, unos pitillos vaqueros agujereados, unas botas de tacón y una boina consiguen que se haga con el adjetivo de única.Si,la gente la denomina como “única”, una persona que no consigue pasar desapercibida. Le gusta leer libros románticos y tristes, porque hace mucho tiempo que dejo de creer en el amor. Bajo el brazo derecho sostiene una carpeta de un color azul eléctrico desgastado, allí dentro se encuentran atrapados muchos de sus sueños:
Cuatro historias de amor, quizá con un final feliz.Un billete de ida a Nueva York,un billete de vuelta que no existe, facturas, viejas fotografías que descansan sobre un papel amarillento, una rosa negra y seca, frases filosóficas…
Todas esas cosas que se encuentran plasmadas en las historias que cada noche, antes de ir a la cama consigue escribir con apenas un poco de esfuerzo.
Dentro del bolsillo derecho de su americana, guarda un paquete a medias de Marlboro junto a un mechero plateado con una grabación, la cual resulta muy complicada descifrar. Pero sea lo que sea, lo que pone allí, debe de ser importante, por la forma en la que lo sujeta entre sus dedos, mientras sube las escaleras de la parada del subterráneo hacia la gran ciudad.
Nada mas llegar al ultimo peldaño, se para, bajo la señal ovalada azul y roja, en la que anuncia la parada:Callao. Mira hacia al frente y se deja hipnotizar por esa ciudad, por el color, el sabor y el olor de esa ciudad, bajo la calle Fuencarral. Cierra los ojos. Abre los brazos en forma de cruz y respira profundamente, sintiendo como el aire frio del invierno Madrileño junto al olor que desprenden los tubos de escape de los cientos de coches de la ciudad, inunda sus pulmones. Un olor que nada tiene que envidiar a la brisa del mar, nada.
Tras permanecer unos segundos bajo el cielo de Madrid, y bajo la atenta mirada de algunos ciudadanos que la miran, unos sonrientes y otros con indiferencia decide retomar su camino y dar el primer paso sobre el frio asfalto de la Gran Vía.
Sonríe, mientras se enciende su primer Marlboro de la mañana.Adora caminar por esa calle.Todas las mañanas lo hace, mientras camina, observa a la gente que circula por ella, quien sabe, cualquiera de esas caras que pasan diariamente por su lado, puede ser el principio de una de sus historias , tal vez, una mujer que se enamora en el metro, o un hombre que ya no sabe donde encontrar a la mujer de su vida y una mañana de esas , se choca con ella…
Nunca se sabe, el destino es caprichoso, puede cambiarte la vida de muchas formas, quizás unas horas, un día o un mes sea suficiente para cambiar tu vida para siempre.
Baja por su calle, lentamente, saboreando cada paso que da, consumiendo poco a poco ese primer cigarro. Tras dar su ultima calada, lo apaga, con el tacón de sus nuevas botas, y entra a la cafetería Starbucks que hace esquina en la Gran Vía y la Plaza España.Es el rincón perfecto para perderse durante unas horas. Porque ella es una adicta al café, al tabaco, a la soledad y a las historias imposibles.
Como cada mañana de invierno, pide su café amargo con poca leche y se sienta en la primera mesa que hay a la derecha de la puerta, coge El Mundo y lo abre. Lee con detenimiento todos los artículos, desde el pie de foto, el punto y coma que hay a mitad, hasta el punto y final de la contraportada.
Le gusta estudiar con detenimiento los artículos, aprender palabras nuevas, nuevas expresiones que quizá en un futuro no muy lejano le sirvan para poder escribir sus propios artículos.Tras llegar a la ultima pagina del periódico, lo dobla, lo deja sobre la mesa, recoge su carpeta se coloca su boina negra, que le da ese toque “bohemio”, y sale con su vaso de café sobre la mano derecha.
Unos metros mas adelante, un chico aparentemente de su misma edad , castaño con el pelo no muy largo, de piel morena, a pesar de estar a mediados del mes de Diciembre, con la mirada perdida, oscura e intensa, despreocupado, se desliza decididamente sobre unas Vans azules y negras que desgastan poco a poco la tabla de su skate.
Intenta no chocase con la gente, pero eso en pleno Diciembre, por la Gran Vía de Madrid, resulta prácticamente imposible. Pese a su esfuerzo, solo consigue malas caras y algún que otro insulto por parte de personas mayores que no han llegado a comprender la juventud actual. Pero eso a él le da igual,solo le importa sentirse libre, sin preocupaciones , ser por una vez un irresponsable, esta tan cansado de ser maduro que de vez en cuando necesita un poco de soledad y una dosis de irresponsabilidad para seguir siendo día a día el chico perfecto que es: Un chico responsable en el instituto, un buen hijo, un buen hermano, un adolescente bastante maduro y serio, pero que de vez en cuando necesita sentirse como un niño, encerrarse en su habitación mientras escucha Sweet Child O’mine de los Guns nd’ Roses , o algún antiguo éxito de Bon Jovi a un volumen relativamente alto.
Continua con su skate esquivando al a gente. De vez en cuando tiene que frenar para evitar una pelea callejera, o quizás para evitar que una mujer mayor acabase en el hospital y que el acabase con una multa, y su madurez anticipada quedase arruinada de por vida.
Su camino lo llevaba hacia ningún lugar , inverso en sus pensamientos mirando a las chicas pasar. Esas chicas que iban caminando al teatro donde habían conseguido comprar su sueño, chicas sorprendentes, a las que resultaba imposible no mirar… Aunque sinceramente él miraba a todas aquellas que eran medianamente decentes, en el fondo, seguía siendo un adolescente.
***
Ella seguía con su café en la mano, aunque cada vez estaba mas vacio, a diferencia de ella, que cada vez que daba un paso al frente, sentía un escalofrió que la hacia vacilar.
Él, seguía con su skate entre la gente, pero cada vez sentía la necesidad de ir mas rápido, así que cerro los ojos, y se dejo guiar por el aire frio que envolvía Madrid aquella mañana.
Ella, harta del agobio que le ofrecían las compras de navidad, y de la gente que se aproximaba en manada hacia Preciados para comprar los últimos regalos, decidió cerrar los ojos, y dejarse llevar por el vaivén de la gente.
En ese preciso instante, en un la milésima de segundo que separaba el mundo real, del sueño, un suave golpe contra algo o alguien, junto a un fuerte escalofrió, les invito a los dos, a abrir los ojos al mismo tiempo.
Ella, vio a un atractivo chico, sobre un skate que se alejaba mientras la miraba sonriente.Un chico despreocupado,irresponsable,simpático,libre…
Y él a una chica muy guapa, que estaba allí sin moverse, con la mano derecha sobre el hombro con el que había chocado, una chica rara, pero especial. Quizá por su boina ,su forma de vestir, su perfume o su mirada.
Lo que ninguno de los dos sabia , es que, ese pequeño accidente callejero, esa milésima de segundo de sus vidas, en un futuro se convertiría en algo mas.Porque en ese instante, la vida de aquellas dos personas cambió para siempre.
Solemos estar equivocados al pensar, que los grandes acontecimientos son los que hacen que nuestra vida tenga sentido y que las personas con las que hablamos durante las 24 horas del día, son las que consiguen tener un lugar importante para nosotros. Pero quizás baste una milésima de segundo para conocer a la persona que te cambie la vida, porque muchas personas pasan por nuestra vida en silencio:
La chica con la que te has chocado, el camarero que te sirvió el café de las tres, el guapo que se tomo el café en la mesa de al lado, la niña que se sentó frente a ti en el autobús, el hombre que te dejo pasar delante de el en el metro, los Italianos que te preguntaron sobre la Plaza Mayor, ese chico que te mira atreves de las gafas de sol, la chica que se esconde tras el libro La sombra del viento…
Mucha gente de la cual desconocemos la importancia que tienen o tendrán en nuestra vida actual o futura.
Porque quizá la próxima persona con la que te choques, consiga cambiar tu vida, como un grupo de chicos, consiguieron cambiar la mía, a pesar de la distancia que nos separa.
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